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Ahora bien, si hablamos del todo y no de las partes, o sea, si hablamos de los cuerpos femeninos en general, a mí no me gustan las mujeres gordas, por más normalmente gordas que sean. Me valen las teorías feministas. No es cuestión de tamaño, quiero decir. No me interesan los grandes culos, ni los culos especiales, ni los demasiado inflados ni las esferas perfectas, o de formas extravagantes, como por ejemplo corazones, cartuchos, par de globitos, floripondios, ni ancas de yegua, o con una especie de cuernos levantados, protuberancias típicas de muchas centroamericanas”.
La paceñita es la historia de Celia, una mujer que, desde su adolescencia, quiere encontrar el amor y comienza a buscarlo en la inmediatez de los placeres de la carne, iniciando así un camino de aventuras/desventuras a través del cual el lector la acompañará para conocer una nueva versión de las historias de Juliette y Justine, en la que tanto vicio como virtud terminan construyendo a un personaje entrañable y único.
En esta novela, Vargas logra algo que pocos autores se animan a hacer en la literatura nacional: dejar de lado las aproximaciones sociológicas, históricas o políticas a la literatura y ofrecer al lector una aproximación a la naturaleza humana, con todas sus luces y sombras, a través de un personaje pervertidamente inocente, capaz de enternecer al mismo tiempo que roza el atrevimiento, narrando sus aventuras mediante una voz lúcida y clara, capaz de entender las consecuencias de sus acciones pero, aun así, incapaz de renunciar al placer que obtendrá de ellas.